Si has tenido, o tienes pareja,
posiblemente en alguna ocasión has escuchado de tu pareja algo así como
"no me apetece hoy", "no tengo ganas", "estoy
cansada"; etc.
Es una expresión más típica de las
chicas, aunque también se les puede escuchar a chicos. En estos últimos, por
cuestión cultural, tipo de educación, etc, tienen características diferentes.
Debido a que muchos hombres se les han educado en "ser unos machotes"
pues, es posible que no digan directamente que no le apetece, pero pueden
argumentar otra excusa más sutil.
Esta situación, como en todo, no es
problemática si ocurre de forma puntual; si no es algo común en la relación de
pareja. Si más al contrario, es algo que se da con cierta frecuencia pues
podemos estar hablando de un trastorno sexual más consolidado. Algunos
sexólogos lo llamamos "falta de deseo sexual o deseo sexual
hipoactivo".
En primer lugar, el
síntoma más significativo para identificar la inapetencia o falta de deseo
sexual es una disminución por el interés en el área de la
sexualidad.
Esta disminución en el interés por lo sexual, suele
ir acompañada de conductas específicas como las siguientes:
·
Evitamos con frecuencia las propuestas de actividad erótica y sexual que
propone nuestra pareja, por ejemplo con las típicas expresiones: “No, ahora no
tengo ganas”, “Es que estoy muy cansado” o “Mejor otro día, cariño”.
·
Disminuye nuestra iniciativa para proponer actividades sexuales.
·
Nos masturbamos con menos frecuencia que antes.
· Esquivamos las situaciones en que sabemos que nuestra pareja puede proponer
un encuentro sexual, como acostarnos cuando ya está dormido. o llenar nuestro
tiempo libre de actividades para impedir momentos
de intimidad con nuestra pareja.
·
Lo más importante, un día nos damos cuenta de que el sexo está casi ausente
de nuestras vidas, y que rara vez aparece en nuestro pensamiento.
Con el tiempo, y si esta
situación ha ido provocando conflictos en la relación de pareja, cualquier
gesto de acercamiento puede percibirse como un peligro y, en vez de ser una
experiencia agradable que activa nuestro deseo como lo hacía antes, nos parece
una experiencia molesta y desagradable que deseamos evitar.
Una vez llegado a este
punto, puede provocarnos ansiedad y temor hacia las consecuencias de nuestra falta de
deseo sexual, y nos puede llevar a sentir que estamos obligados a tener una relación
sexual para evitar un problema, o el mal humor de la pareja. Como es entendible, obligación y deseo son incompatibles,
son antagónicos.
En este punto, podríamos reconocer que hemos
entrado en un círculo vicioso que provoca un distanciamiento
afectivo, y un aumento de los conflictos en la relación que, a su vez, siguen
alimentando una disminución de nuestro deseo sexual.
Existe tratamiento en estos casos de falta de deseo, a través de terapia sexual. Es importante la implicación de ambos miembros de la pareja, no se
trata de que uno tiene la culpa; sino de aprender y disfrutar juntos.
Fdo. Joaquín Ferrera
Psicólogo-Sexólogo
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